Roger Waters – The Wall (2015)

 
Era necesario verlo y quedé pasmado; pese a que hay suficiente material de la gira, hoy en día se pueden grabar bootlegs con una calidad de imagen y de sonido extraordinario, verlo nuevamente genera el mismo impacto, es un choque emocional que sacude los cimientos de lo que soy o de lo que pretendo ser. Crecí escuchando a Pink Floyd, aunque como disco el The Wall no me termina de convencer, no podemos negar que fue el espectáculo más extraordinario de todos los tiempos. La idea fue colosal, a la altura Pink Floyd; pero incluso para ellos fue difícil ponerlo en práctica. Sólo se llevaron a cabo treinta y un conciertos en tres ciudades, incluyendo las once fechas en el Earls Court de Londres, presentaciones que fueron grabadas. Hasta ahora no se sabe muy bien por qué ese material no fue utilizado, hay muchos rumores al respecto, algunos fueron confirmados y otros desmentidos, pero al parecer Waters nunca estuvo satisfecho con la calidad del vídeo ni con el desempeño de la banda. Tuvimos que esperar veinte años para tener la pista de audio. 
 

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The Wall fue concebido como una orgía visual y por ello la versión en estudio se queda chica, la música se comprime al máximo, para encajar en dos discos. Por eso la versión en vivo es más interesante, restituye la música tal y como fue concebida, si bien el booklet del Is There Anybody Out There? tiene muy buenas fotos, y el Immersion Box Set igual y algunas partes del vídeo, hay algo que se pierde irremediablemente y es una pena que no tengamos una versión visual del espectáculo, el más ambicioso y caro de ese momento; la gira del The Wall, fue un fracaso en términos estrictamente económicos pero sienta un precedente sobre el cual tendrán que medirse todas las bandas. 
 

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Tenía once años cuando vi la versión de Roger Waters en conmemoración a la caída del muro de Berlín, demás está decir que quedé deslumbrado. Era una locura ver como construían el muro frente a la banda, es algo que siempre recordaré; y para la última canción del primer set, con Waters cantando en el único espacio libre y al finalizar se cierra el muro, es una imagen demasiado fuerte. La llegada de Waters en helicóptero y la banda militar que interpreta Bring the Boys Back Home, fue lo más impresionante que vi. En retrospectiva, a nivel musical no me gusta mucho, rara vez lo escucho pero si lo veo de cuando en cuando. No deja de ser una gran proeza técnica, pero nunca será lo mismo ver a Waters que a Pink Floyd; creo que en la batalla él perdió. Una fuerza creativa desgastada; si bien no se resolvió a puñetazos, los tribunales tranzaron. Waters intentó asesinar a Pink Floyd, pero no pudo hacerlo porque la banda era una entidad que lo rebasaba en fuerza y tamaño. Es la victoria de Gilmour, si el A Momentary Lapse of Reason es más un disco de solista, como lo es el Final Cut, el Division Bell y el Endless River son discos de Pink Floyd y la banda funcionó muy bien sin Roger Waters.
 

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Si The Pros and Cons of Hitch Hiking, es un disco excelente, el Radio K.A.O.S. se queda corto y el Amused to Death a nivel narrativo es muy bueno pero no me termina de convencer. Incluso en vivo, Waters armó una banda muy sólida pero suena como un Pink Floyd cojo y mal hecho; y algo que el bajista nunca pudo hacer fue encontrar un vocalista a la altura de Gilmour. Todo lo que hizo, los años que pasó enemistado con la banda no sirvieron de nada pues The Wall es la obra por la cual Waters será recordado y es un disco de Pink Floyd. Por eso, cuando se inicia el In the Flesh Tour, a mediados de 1999, la primera gira en doce años, en el afiche promocional se recalca el hecho que Waters es el genio creativo detrás de esa banda; una verdad a medias pero es lo que necesitaba para salir del letargo. La gira del Division Bell termina en octubre de 1994, después la banda cesó actividades pues habían llegado a su punto culminante, nada más podían hacer; eran irrelevantes a nivel musical, la crítica fue unánime y contundente. Dos giras extensas, los conciertos más grandes y más recordados de ese periodo, los estadios colosales y la fatiga. Sin que nadie lo advirtiera Pink Floyd dejó existir y Waters cubrió ese vacío.
 

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No deja de ser irónico, The Wall fue concebido como una metáfora de la alienación de la banda frente al público; en la ausencia del rosa se imponen las aguas. El bajista que vuelve a los escenarios, a los estadios enormes y las giras monstruosas; el espectáculo dantesco, inverosímil en su magnitud. Los roles invertidos y ahora Waters parece disfrutarlo. El In the Flesh Tour se extendió por tres años, ciento cinco conciertos en total; su gira más exitosa hasta ese momento. Cuando la banda se reúne el 2005, para tocar un set de veinte minutos, muchos avizoraron una gira; pero Gilmour fue tajante, él ya superó esa etapa de su vida y puede hacer lo que le venga en gana. Puso en marcha el Endless River como un tributo a Richard Wright. Era necesario cerrar ese ciclo volviendo a las raíces mismas del mito floydiano; en lo personal me encanta ese disco, pues tiene un sonido muy similar a lo que venían desarrollando antes del Dark Side of the Moon, un periodo liderado por el tecladista; y sea dicho de paso en estructura se asemeja bastante al Broken China, el último disco de Richard Wright. 
 

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Olvidamos con mucha facilidad el rol fundamental que tuvo Wright en la construcción y consolidación del sonido. Fue una pieza clave en todos esos años de búsqueda y de transición. Para el 76, Wright no participa del proceso creativo porque de las canciones que entraron en el Animals, dos de ellas fueron trabajadas durante la gira del Dark Side of the Moon, las otras dos las compuso Waters para cerrar el concepto. De cualquier forma el trabajo de los teclados es excepcional y no podemos desmerecer el papel de Wright ni el de Mason en ese disco. Para las sesiones del The Wall, la situación había cambiado; Waters toma el control del proyecto y la relación con los otros miembros se degrada considerablemente. Era su idea y a su juicio la banda no estaba colaborando lo suficiente como para adjudicarse derechos por regalías. No dudó en reemplazar a Gilmour ni a Mason y a Wright lo despidió. Fue el quiebre definitivo; no cabe duda que Waters actúo como un cretino. El bajista quiso demostrar que él era Pink Floyd y fracasó en el intento, porque esa máquina colosal siempre fue una banda. Mason explica muy bien, el ambiente de odio que generó Waters, como quiso destruirlos y cómo intentaron reconstruirse. Con el tiempo Waters quiso hacer las paces, fue su error después de todo, pero el daño ya estaba hecho y jamás pudo enmendarlo. 
 

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Volver a los estadios y al espectáculo grandilocuente y soberbio, no es una meta para David Gilmour, pero Waters lo asume sin remilgos. El 2006 se inicia la gira del Dark Side of the Moon y también se extiende por tres años; Waters prometió un DVD que nunca salió pero hay muy buenos bootlegs. No obstante, sigo teniendo la incómoda sensación que algo falta, algo no encaja, no me convencen las voces ni las guitarras. En contraposición la gira del On an Island tiene un sonido muy floydiano, además que tiene un set-list más interesante pues incorpora rarezas e incluso canciones de Syd Barrett. Los dos conciertos que dan testimonio de esa gira son excelentes y quedó para la posteridad la última interpretación de Echoes con Richard Wright. Nos dejamos seducir por la nostalgia, por todo lo que representa Pink Floyd, la banda más mítica de todos los tiempos y Roger Waters tuvo la osadía de llevarse al muro de gira. Al disponer de la tecnología y de los recursos montó un espectáculo fuera toda norma. Ahí el bajista superó por mucho cualquier espectáculo de Pink Floyd y de cualquier otra banda, es la obra más compleja jamás puesta en escena. 

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Cabe señalar que en el DVD se pierden muchas cosas, proyecciones en los costados, en el techo, entre el público y sin embargo, el DVD es una gran experiencia visual, con una calidad de imagen impecable. No es un concierto, es más un documental pues la película sigue la travesía de Roger Waters, el rencuentro con la tumba de su padre, de su abuelo, el recuerdo desgarrador de las guerras mundiales, la batalla de Montecassino; el dolor que nunca pudo superar, es el vacío que lo incitó a construir el muro. Los traumas de la niñez, el fracaso amoroso, el peso de la industria y afrontar la cruda realidad: somos ladrillos en una pared y ante ello solo nos queda asumir la sentencia final: para ser libre hay que enfrentar el miedo. Es un disco depresivo y se acentúa con todas esas escenas de Roger Waters encarando, una vez más, la muerte de su padre. Y nosotros como espectadores contemplamos al mito, a la máquina, Pink Floyd en toda su magnificencia, en toda su arrogancia pero aun así sigue faltando la guitarra y la voz de David Gilmour. A veces lo único que nos hace falta es una lección de humildad.
 

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Sobre George

Politólogo, melómano, escritor...

2 comentarios

  1. Que buena revisión George!!!Disfrute leyéndola… Muy cierto lo que dices, al final, Floyd eran los cuatro, Waters no lo entendió así. Floyd podía haber dado todavía más, pero demasiado ego le jugo mal al Waters. Las diferencias con el Gilmour, la enemistad a muerte con Mason y la muerte o castración musical a Wright… tiempos duros y raros los de la época del The Wall.Gilmour creo que siempre fue fiel a su sonido, al final, el era el sonido de Floyd, esa viola es única e inconfundible y su voz también. Después de tantas idas y venidas, la pseudo-reunión después de tantos años, había una esperanza, pero todo termino con la muerte de Wright, hasta allí llego la emoción. Y pese a todo, Gilmour fue consecuente con lo de la posible reunión.Mejor así, recordar a Floyd por lo que fue, la banda más grande e importante de la historia del rock!!!Un abrazo

  2. Querido George!Maravilla de reseña, quiero ver este concierto urgente, ya que al igual que a tí, me pasó algo similar allá por el 98 cuando vi a consciencia el The Wall y quedé pasmado, el clic con Pink Floyd se hizo para siempre, a partir de ahí solo fue descubrir cada uno de sus discos con mayor asombro.Al igual que con el Dieguex, también creo que Waters se equivocó y pecó de egoísta y eso tuvo su costo al final; pero en cuanto a los discos del Waters, como el Pros and Cons…, el Radio Kaos y el Amused to Death, me parecen una maravilla, cada uno a su manera y distintos entre ellos, han logrado estar a la altura de lo que Waters fue. Otra es la historia como bien dices de la banda Pink Floyd.Un fuerte abrazo hermano.

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